19/10/08

Ebriedad

Conocía la palma de mi mano, pero ¿me conocía a mi mismo como la palma de mi mano? Trate de sostener la mirada en un punto fijo, sin darme cuenta de las gotas que caían por mi rostro entumecido por el frío pensé en la lluvia, pensé en como caía sobre la ciudad, pensé en cuanto había querido abandonarla, pensé como no lo había logrado y pensé como podría lograrlo, pero ninguna respuesta me satisfacía, entonces seguí mirando la palma de mi mano.

No miré mi reloj porque no importaba la hora, no miré la calle porque no importaba si estaba atiborrada de gente o vacía ni miré mi alma porque ya no veía, sin embargo, grité al verme envuelto en la lluvia que caía, sin poder detener el tiempo que trascurría y como se desgarró mi alma cada día sin que yo intentara asirla, la vi deslizarse entre mis dedos, en mi palma, así, como la lluvia. Decidí, esta vez, escuchar y sentir, mas que vivir y pensar.

Nada en la ciudad me condenaba, nada me detenía ni nadie me miraba yo estaba vacío, pero aun asi, no me iba. Y como hacerlo si nadie me extrañaría, habia cerrado la ventana de mi casa y mi puerta sellada impedia el paso de la gente que me quería, abandoné entonces mi dolor miré por ultima vez mi palma la meti en el bolsillo de mi chaqueta y mientras mi pelo goteaba emprendí mi camino a casa, pues ya sabia que tenia que hacer... tenia que ir abrir la ventana.